ACUERDO/CONTRATO «JUAN CON MÓVIL»

Un contrato para aquellos padres «demasiado buenos» que no saben decir NO a sus hijos y le compran un móvil.

A raíz de la reciente publicación de Juan sin móvil, muchos padres y madres de mis alumnos de la ESO me piden consejo sobre cómo actuar frente al uso abusivo de las nuevas tecnologías. Escucho quejas sobre «que no saben que hacer con sus hijos, que si están todo el día enganchados al móvil, que no pueden quitárselo, que se acuestan muy tarde publicando en las redes sociales, que se pasan el día jugando…» La verdad es que mis hijos son pequeños y todavía no tienen móvil, pero me pregunto cuál será ese superpoder que adquieren los niños al hacerse adolescentes con el que los padres no pueden. No lo sé, imagino que pronto lo descubriré.

Les dejamos la tablet o el móvil cuando no queremos que nos molesten, o para calmarlos cuando tienen una rabieta. A los 9 o 10 años, empezamos a regalarles un móvil (smartphone) sin ningún tipo de control ni restricción. Y luego, cuando cumplen 14 años nos quejamos de que se nos ha ido de las manos y no sabemos qué hacer ni cómo ponerle freno.

Yo sé que es duro poner límites a las exigencias de nuestros hijos y mantenernos firmes en la decisión, sobre todo cuando otros padres no lo han hecho y nuestro hijo o hija se convierte en el «ÚNICO QUE…».

Si no podemos esperar o incluso si le vemos la parte positiva a comprar un móvil a nuestros hijos antes de los 12 años os dejo el contrato «Juan con móvil» (Incluso si tienen 12 años o más también lo podéis usar). Es una adaptación de una publicación de una madre, Janell Burley (podéis ver el post original aquí) y el contrato que propone la Policía Nacional (@policia).

Podéis descargar un modelo de acuerdo/contrato AQUÍ  


El teléfono es propiedad de los padres que generosamente lo prestan al menor. El menor se lo debe agradecer a sus padres.

Los hijos deben comprender que es un préstamo, que no es un artículo de primera necesidad y que supone unos gastos mensuales que los padres van a asumir (llamadas, datos, aplicaciones, etc.)

Los padres siempre conocerán la contraseña, pero respetarán la intimidad del menor excepto en situaciones de gravedad.

El Tribunal Supremo (TS) ha dictado una sentencia en la que avala la posibilidad de que los padres controlen las comunicaciones de sus hijos si tienen indicios de que puedan ser víctimas de algún delito. El deber de los padres de defender y proteger a sus hijos prevalece sobre el derecho a la intimidad.

Los padres y el menor harán la compra del móvil conjuntamente, de forma racional, guardando la factura y la documentación.

Los hijos deben conocer el valor del dispositivo que están comprando. Se guardará la factura y conocerá la duración de la garantía.

El menor es responsable del estado, de la reposición y/o reparación del teléfono. Debe recordar tener ahorros para sufragar los gastos que pueda ocasionarle su deterioro.

Deben ser conscientes de que cualquier deterioro o pérdida la deben asumir con sus ahorros. Así que debemos recordarles que deben guardar dinero de «sus pagas» para posibles imprevistos.

La configuración y puesta en marcha del móvil se hará conjuntamente decidiendo las aplicaciones iniciales con su utilidad y riesgos.

Antes de dejar libertad se debe decidir qué aplicaciones se pueden instalar conociendo su utilidad y la edad legal de uso así como los posibles riesgos. En el caso de desconocimiento se debe buscar asesoramiento.

El menor atenderá siempre las llamadas de sus padres. Jamás las ignorará independientemente de las consecuencias de la conversación que vayan a mantener.

El teléfono debe servir a los padres en esas primeras salidas de sus hijos con los amigos. Una ventaja para los padres es el poder localizar a los hijos en cualquier momento, así que deben contestar SÍ o SÍ.

El menor depositará el teléfono en el lugar indicado antes de ir a dormir y allí permanecerá apagado durante toda la noche.

Uno de los problemas habituales que me encuentro en el instituto es el cansancio derivado de no descansar bien por las noches. Muchos jóvenes publican en las redes sociales a altas horas de la madrugada en la intimidad de su habitación y con el desconocimiento de los padres. Esto hace que baje el rendimiento y se duerman en clase constantemente.

El menor nunca llevará el móvil al centro escolar, salvo en situaciones previamente pactadas de carácter excepcional.

No necesitan el móvil en el centro escolar para nada, salvo que se requiera de forma voluntaria para alguna actividad puntual. Por lo tanto, llevarlo únicamente puede ocasionar un problema con compañeros y profesores.

El menor no permitirá que el teléfono lo convierta en alguien distinto. No hará ni dirá nada que no haría o diría en persona. En caso de problemas, dudas o ser acosado se lo dirá a sus padres para buscar una solución.

Este punto es muy importante. La creación de grupos en los que se insulta a compañeros es un punto de partida de situaciones de ciberacoso. Tendrán que aprender a hacer un paralelismo del mundo virtual con el real. El uso abusivo de las redes sociales y los programas de mensajería puede derivar en problemas graves. En el caso de sentirse acosado deberá acudir a sus padres para buscar una solución.

El menor dejará el móvil en casa a veces y aprenderá a vivir sin él. No es una extensión de su cuerpo ni tiene vida propia.

Esta última regla es de aplicación para todos. El móvil se ha convertido en una herramienta imprescindible en nuestras vidas. Debemos aprender a controlar esta tecnología y que no nos domine. Dejarlo a veces olvidado puede ser MUY positivo.

El contrato termina de la siguiente manera:

Los padres y el menor aceptan que será difícil el cumplimiento del presente acuerdo pero harán todo lo posible por acatarlo. En caso de incumplimiento de alguna de las normas, los padres retirarán el móvil y este contrato quedará anulado. Los padres y el menor se sentarán a hablar y se empezará de nuevo.

 

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